lunes, marzo 12, 2007

Informe

Sgto. Morón, enviado especial a la zona del conflicto

Patrullábamos el cuadrante oeste y todo indicaba que el día iva a ser normal, sin sobresaltos. Nuestro transfer avanzaba por lo que queda de la calzada en la zona que alguna vez fué un barrio residencial de gran alcurnia, hoy reducido a escombros.
Mi compañeros hacían bromas, el ambiente era relajado. Creo que lo relajado fué el problema, ya que el centinela que iva en la burbuja artillada de metalglass en la cúspide del transfer evidentemente no vió cuando de ambos lados de la calzada tras las montañas de escombros comenzaron a correr hacia nosotros miles de Billikens que hasta el momento no habían hecho señal de vida alguna.
Para cuando el vigía dió la alarma ya era demasiado tarde y él fué el primero en pagar por su ineptitud, ya que un cohete estalló en la burbuja reduciéndolo a una maza de carne sanguinolienta. Otros cohetes comenzaron a estallar en los flancos del transfer pero no se habrieron brechas inmediatamente dado que estos están bien reforzados y blindados. Sin embargo, si seguían disparando a ese ritmo conseguirían abrir una agujero por fundición del metal. Mientras, los billikens comenzaron a arrojar bombas de gas por la burbuja y el interior del transfer comenzó a llenarse de gas cereza. La mayoría de los muchachos no consiguió colocarse la máscara a tiempo; en pocos segundos estaban muriendo en el piso del transferer entre espantosas combulsiones y móvitos de sangre.
Solo yo y el cabo Romualdo conseguimos seguir en pié empuñando los fusiles pero ya no teníamos capacidad de respuesta. Desesperado, romualdo se presipitó a la cabina y luego de quitar al algonizante piloto de su asinto a empellones y patadas logró hacerse con el comando del transfer. Lo que hizo fué tal vez peor ya que aceleró hacia adelante el transfer para escapar y esto hizo que yo fuera despedido hacia la parte tracera sufriendo contusiones importantes aunque consiguiendo continuar consciente. A poco de avanzar toda la parte delantera del transfer voló en pedazos con Romualdo incluido, seguramente a causa de alguna mina enterrada en la calzada que el rastreador del transfer lógicamente no pudo detectar a tiempo debido a la velocidad a la que avanzábamos.
Yo quedé sepuldado bajo un montón de chatarra candente y escombros en la parte trasera del vehículo que fué lo único que quedó. En menos de 10 segundos toda la patrulla fué despedazada. Conseguí sobrevivir merced del traje de combate que me protegió del calor y las esquirlas. Cuando hubo secado el alboroto y los billikes se hubieron retirado nuevamente a sus agujeros a festejar la victoria salí de escondite y regresé a pié arrastrándome entre los escombros.

Este momento me hallo hospitalizado en el hospital militar y si me he apresurado a redactar este informe a sido porque considero que es necesario reelaborar urgentemente las tácticas de control de las zonas periféricas. Necesitamos cambiar ya que los billikens, primitivos y sucios como son, sí están evolucinando y perfeccionando sus tácticas de guerrilla. Es evidente que los bombardeos con napalm ya no tienen efecto dado que el enemigo no hace mas que acrecentar su número. Las próximas patrullas podrían correr la misma suerte y en cualquier caso, vigilar ese cuadrante no nos ha reportado beneficios ya que los ataques a la zonas pobladas no han disminuido. Por otro lado aún no hemos podido saber de donde obtienen los billikens los cohetes que utilizan y que evidentemente ellos mismos no son capaces de manufacturar.

Estaré a vuestra disposición en cuanto reciba el alta.
Saluda atte.
Sargento Morón

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