miércoles, enero 31, 2007

Expedición a las islas III

En nuevo día llegó con sol.
Los miembros de la expedición madrugan un tanto por hábito, otro tanto por la incomodidad de dormir en el suelo y sin almohada.
Luego de reavivar el fuego con las brasas del fuego de la noche pasada, François prepara el desayuno consistente pan con paté y una bebida típica de esos parajes conocida como 'mate'. La misma en una infusión de una hierba conocida como 'yerba mate', procedente del noreste del país. Se bebe mediante una cánula o bombilla en un baso hecho con una calabasa ahuecada llamada también 'mate'. El resultado es una refrescante y energizante bebida con sabor acre a hierbas que produce grandes deseos de evacuar, lo cual es mas bien normal en aquellos que no están acostumbrados. Para beberla las personas se colocan en rueda y se van pasando el mate de mano en mano, todos bebiendo de la misma cánula o bombilla, compartiendo las bebidas y las salibas.

Se reanudan las tareas en el campamento. Alexis resiva los anzuelos y encuentra que las carnadas fueron saqueadas, aunque no halla peces prendidos. Esto siguió pasando durante el transcurso de la mañana, hasta que el ladrón de carnada apareció prendido en uno de los anzuelos. Se trataba de un cangrejo de río, pequeño carroñero de ocho patas, caparazón blanqusino y grandes tenazas, desafía a Alexis desde su caparazón, quien lo desprende del anzuelo y los arroja al medio de la correntada.
De cualquier forma la pesca y la investigación para hallar a Paranaito fué un fracaso.

Dado que la expedición no cumplió su cometido se comienzan a investigar otras cosas que permitan conseguir compilar imágenes para un documental de una hora de TV. Así Alexis y François realizan experimentos con el barro de fondo del río, comprobando su utilidad para tratamientos de fangoterapia. Como se aprecia en las imágenes ambos se halla cubiertos de barro.
Otro interesante hallazgo es el uso de algas para reconstituir el cuero cabelludo y aumentar la barba. Como se vé aquí François logró solucionar su problema de calvicie que lo atormenta desde muy joven. Por otro lado Alexis luce un delicado tocado de flores y plantas de la isla, fijada a la cabeza con una torta de barro.
Los integrantes de la expedición se hallan satisfechos con los resultados y hasta surge la idea de abrir un span en las islas para aprovechar las bondades de estos tratamientos naturales para el rejuvenecimineto.

Luego del asado convenientemente lubricado con vino, sobrevino la siesta. La tórrida calma de la tarde solo es interrumpida por el canto de un insecto llamado Chicharra, que emite un ensordecedor sonido carrasposo similar al de una sierra eléctrica.

Otro curioso habitante de las islas es un hongo que crece en la bosta de vaca conocido como Cucumelo, al que se le atribuyen propiedades alucinógenas. La isla se halla tapizada de bosta con lo cual este hongo abunda. No sería extraño que el avistamiento de Paranaíto pudiera ser fruto de las alucinaciones provocadas por este hongo, que algún isleño usó para el tuco de los fideos. Una nueva aliciente de la investigación surge aquí: Paranaíto podría ser un espíritu del río que se presenta bajo los efectos del hongo en un estado de conciencia ampliada. Un cartón de vino tinto puede potenciar notablemente estas visiones.

Habiéndose acabado la comida y el vino y con suficiente material como para probar la existencia de Paranaíto, la expedición emprende el regreso.

martes, enero 30, 2007

Expedición a las islas II

La flota remonta el riacho Paranasito de regreso a la embocadura. A duras penas consiguen llegar a un lugar próximo que parece un buen emplazamiento para el campamento. La correntada es fuerte debido a la crecida que originaron las fuertes lluvias en la provincia de Tucumán.

Siendo las 18 horas aproximadamente, las naves son empujas a tierra e inmediatamente recobrado el aliento, comienzan las faenas de acampar. El tiempo amenaza lluvia, con cielo cubierto y la típica brisa cargada de humedad. El capitán Morleau ordena acopiar leña seca y levantar la tienda para poder almacenar el equipo que no debe mojarse en un lugar a prueba de lluvia.
El instinto de viejo lobo de mar de Morleau no falla; a poco de levantar la carpa comienza a llover despaciosa pero constantemente, situación que no se modificará hasta avanzada la madrugada.
Comienzan a sacarse algunos equipos del tambucho del kajak, los cuales están mojados. Por fortuna los equipos electrónicos bulnerables a la humedad se hallan en sus propias cajas herméticas. Los equipos mojados se tienden en una soga con pocas esperanzas de secarse debido a la humedad y la llovisna.

Una vez solucionados estos percances menores la expedición comienza a dedicarse a su verdadero cometido que es realizar una investigación científica. Alexis y François arman líneas de pesca y comienzan arrojarlas para obtener muestras de peces de la zona con el objetivo de rastrear a Paranaíto y porqué no probar la carne de los peces de río, con objtivos científicos, naturalmente. A poco de comenzar la pesca se cobran la primera presa: un pez con aspecto de monstruo prehistórico que es prontamente arrojado de vuelta al agua ya que no alcanza ni para que cene una persona. Los lugareños le conocen como 'Armado' y su carne suele ser grasosa. Afortunadamente (para el amado) la expedición cuenta con provisiones.

El capitán Morleau mientras tanto realiza una exploración por tierra de los alrededores del campamento. A poco de caminar encuentra alambrados y corrales, caballos sueltos y vacas en un lugar denominado 'puesto', el cual parece desabitado por el momento.
Estas tierras de poca importancia hasta hace pocos años cobraron súbitamente valor debido al alza del precio de las carnes vacunas, de manera que no ha quedado rincón de las islas sin utilizar para el pastoreo. La expedición se halla virtualmente rodeada de bosta. El daño que la gran cantidad de animales provoca al ecosistema se hace patente en la cantidad de zonas desbastadas y los incendios provocados para la quema de malezas que permite el crecimiento de pasturas adecuadas para el ganado.

Mientras tanto Alexis y François desisten de pescar a Paranaíto y comienzan a hacer el asado. A pesar de ser un asador experto en condiciones adversas, Alexis refunfunia porque no logra obtener un buen fuego. De cualquier forma las carnes son asadas, aunque salen jugosas; lo cual no es un impedimento para que todos cenen abundantemente.

Posterior a la cena continúa la caza de Paranaíto. Alexis toma la iniciativa de busear en el canal para obtener pistas, pero lo hace sin avisar y al salir a la superficie es confundido con el monstruo.
La pesca cedió y no ha vuelto a salir nada y la lluvia no se detiene. Para colmo aparecen los infaltables habitantes de la isla: mosquitos, miles de ellos.
Afortunadamente la carpa cuenta con tejidos mosquiteros y un espiral quedó ardiendo dentro, lo cual garantiza que no halla mosquitos dentro al momento de ir a domir, no que intenten meterse tampoco. Virtualmente, la carpa es una bolsa de humo de espirales.
François se apertrecha contra los moscos, botas de goma, pantalón largo e impermeable lo cual le garantizará transpirar debido al calor reinante. Igualmente los pérfidos insectos se las ingenian para picar en el rostro, las manos y detrás de los anteojos.
El capitán Morleau se acerca mas a la fogata y la alimenta para que humee, ésta es según dice, la mejor forma de espantar a los insectos, aunque es necesario aumarse como un jamón.
Alexis opta por irse a dormir a la carpa, lo cual a la larga es la opción mas inteligente porque, de cualquier sin pesca y ya sin mas vino, poca cosa hubo para hacer.

Sin embargo, la noche se reserbaba algo mas. La noche lejos de ser silenciosa y quita es un concierto de toda clase de sonidos de insectos y animales. Continuamente se pueden mujidos de vacas que se responden desde un extremo a otro de la isla, monótonos. Esto confirma la hipótesis de Morleau: estaban rodeados de bosta, hay vacas por todos los costados. A juzgar por los idéntico de los mujidos se deduce que las vacas poco tienen que decirse. Repiten siempre lo mismo continuamente toda la noche por puro aburrimiento, o porque nunca han sido muy inteligentes, quien sabe.
De en frente del canal se divisan ojos brillantes. Luciérnagas. Escarabajos. Ranas.

El agónico llamado del amor de la nutria de río se oye desde el monte que delimita el campamento en donde se supone hay una laguna. Un gorgoteo gutural parecido a un llanto ahogado que el nutrio produce indica se encuentra defendiendo territorio, advirtiendo a los otros nutrios e invitando a las nutrias a la cópula.

Súbitamente en dirección sureste aparece una luz en el cielo que primero parece una estrella pero rápidamente se nota en movimiento y semeja a un avión o avioneta volando a poca altura con un reflector frontal y valisas rojas y azules en las alas. Su trayentoria hará que sobrevuele el campamento. Sin embargo al estar a escasos 200 metros cambia violentamente su trayectoria hacia el norte y sigue volando a la misma altura. Desde el campamento se lo ve ahora de costado y aparecen mas valisas rojas, azules y amarillas que cambian de color. Pero ahora se nota la escasa velocidad a la que vuela el aparato, y lo mas extraño, no produce ningún ruido.
Ni Morleau ni François tienen una explicación para lo que han visto. El aparato se alejó hacia el norte hasta perderse de vista.
Luego de esto, ambos decidieron que ya es suficiente y se introducen en la carpa para dormir.

Continúa ...

lunes, enero 29, 2007

Expedición a las islas

El capitán Jacques Morleau programó para el sábado al mediodía la salida de su expedición a las islas entrerrianas frente a la ciudad de Rosario.
Los componentes de la expedición fueron dos hombres experimentados:
François Staropol, biólogo y juntador de caracoles y Mr. Alexis Hurlimgham Pastor, experto asador en condiciones adversas.
La expedición se movilizó en una kajak simple y una piragua, dos embarcaciones de poco calado para permitir el avance por terreno pantanoso e incluso el trasporte a pié por terreno firme.
El objetivo de la expedición es investigar la existencia de un habitante mítico componente de la fauna de las islas: Paranaito, el mostruo. Poco se sabe sobre esta criatura, existen leyendas entre los lugareños supersticioso pero ninguna documentación científica y en definitiva nadie puede asegurar haberlo visto. El capitán Morleau fué a desentrañar este misterio.

La primera etapa de la expedición consistió en llegar al paraje conocido como 'La boca de la milonga', la embocadura del riacho 'Paranasito', el cual llevaría las naves hacia La Laguna, un lugar que alguien alguna vez vió en un mapa.
El riacho avanza sigzagueando por entre el terreno bajo y amnegable, poblado por montes de sauces, árboles adaptados a este tipo de terreno que puede pasar varios meses bajo el agua.
Lanchas conducidas por domingueros pasan de lado a nuestros héroes provocando olaje y llenándolos de agua, causando el proferimiento de epítetos descalificatorios irreproducibles. Aparecen en las márgenes varios puestos de ganadería, las islas han quedado en la actualidad casi totalmente dedicadas a la ganadería. Olor a bosta y mujidos por doquier les rodean, es la patria ganadera.

Afortunadamente esta etapa es corriente abajo. A pocos kilómetros de la embocadura la expedición se topa con una ruta muy transitada y una laguna que la ladea. El riacho continúa por un costado y atraviesa la ruta (la conexión vial a Victoria luego se supo luego) por debajo de un puente. Confusión. ¿Será esta la laguna? se pregunta el capitán Morleau quien amonesta sus hombres por no haber traido los mapas, función que le compete a él.
Comienzan las indagaciones con lugareños y pescadores deportivos. Aparentemente la laguna ya no existe o no es accesible.
Malas noticias, hay que abortar la expedición.
Sin embargo el capitán Morleau, con el sentido práctico que lo caracteriza decide cambiar el enfoque de la expedición: habrá que retroceder y establecer un campamento riacho arriba, mas cerca de la embocadura e investigar lo que sea posible. Si el tal Paranaito existe, en algún momento pasará por ahí y se lo filmará; después de todo lo importante es descubrir algo, e investigando lo suficiente, algo seguramente se descubrirá.

Continúa ...