jueves, septiembre 06, 2007

Cupido canino

De como la tecnología va cambiando los códigos y la forma en la que se levantan minas (y tipos también)

Sábado por la tarde, soleado, primaveral. El escenario ideal para ir a tomar unos mates al parque España de Rosario, y allí nos dirigimos mi mujer, mi hijo, nuestra mascota y yo por supuesto.
Habíamos posado nuestras nalgas en esos bancos de cemento que están frente a la entrada del club Mitre de pescadores, un poco mas arriba del parque España propiamente dicho, a unos metros del bar situado en Entre Ríos y la avenida costanera. Mucha gente iba y venía, grupos de muchachos y chicas tal vez demasiado bien vestidos para dar un paseo por el parque, muchos paraban a tomar un trago en ese bar situado en Entre Ríos y la costanera.

Llevábamos algún tiempo ahí cuando apareció un can que parecía perdido. Se trataba de una perra cocker de pelaje ceniciento que llevaba identificación en el collar. Pensé que si no actuaba rápido el animalito sería raptado dado que a la gente le gustan los perros de raza por el solo hecho de ser de raza. Sin la menor resistencia de su porte tome la y vi que era lo que decía su identificación, a la sazón una chapita de bronce con forma de hueso con el número de teléfono celular del dueño; "Chabela" la llamaba este. Tomé el teléfono móvil de mi mujer y envié un SMS a dicho teléfono preguntando 'se te perdió el perro?'. No recibí una respuesta inmediata, la perrita desapareció de mi campo visual y acabé por olvidar el asunto.

Dimos algunas vueltas por el parque hasta que en determinado momento estando nosotros pasando nuevamente por el ese sitio donde encontré a la perrita perdida y volví a verla justo ahí con lo cual intuí que tal vez el dueño debía andar cerca. Revisé nuevamente el teléfono por si habían respondido el SMS que había enviado antes pero en su lugar encontré un llamado perdido del número que figuraba en la chapita de la perrita. Devolví la llamada a mi vez y la persona dueña del perro contestó; se trataba de una mujer joven a juzgar por la voz. Le expliqué la situación y ella dijo que estaba sentada en una de las mesas del bar que tenía frente a mi y que el animalito no se había perdido sino que estaba suelto para que caminara a sus anchas y que gracias igualmente. Esta persona en ningún momento se hizo notar entre las mesas, algo que me pareció al menos descortés.

Seguimos andando por el parque.
Cuando nos encontrábamos ya lejos del lugar donde sucedió el episodio del perro supuestamente perdido tomé el teléfono móvil de mi mujer para ver la hora y vi que el aparato indicaba que se había agotado el espacio para recibir SMSs con lo cual borré los mensajes anteriores para que entraran los nuevos.
Aparecieron dos mensajes de la dueña de la perra que yo no había visto. Uno databa de pocos minutos después de que yo enviara mi primer mensaje. El segundo databa de unos minutos después de haber hablado con ella por teléfono frente al bar.
El primer SMS decía textual "es perra, como la dueña, quien mierda sos" haciendo alusión a que mi primer mensaje preguntaba por un perro perdido y no por una perra. El segundo mensaje decía textual " disculpame gracias igual". En medio de ambos SMS esta persona hizo la llamada que yo luego respondí.

Esto me dejó perplejo. Me pareció, y a mi mujer también, que a pesar del agresivo tono del primer mensaje había una intencionalidad de iniciar algún tipo de conversación que por el tono parecía de galanteo. La impaciencia habrá llevado a la esta persona realizar un llamado que yo devolví estando yo colocado físicamente en donde esta persona podía verme junto a mi esposa, hijo y mascota. De esa forma habrá descubierto que mi idea no era intentar entrar en conversación sino realmente devolver al animalito supuestamente perdido y por eso se rectificó con su segundo mensaje pidiendo disculpas.

Creo adivinar que la estrategia de esta mujer para conocer hombres consistía en dejar vagar libremente al can como portador del mensaje de amor, un Cupido peludo y cuadrúpedo, para que un varón en disposición galante recoja el teléfono de la chapita del collar del can y establezca la comunicación correspondiente. De paso, desde su mesa en el bar ésta mujer podía relojear la pinta del varón que se presentaba y podía elegir si continuar o no la cosa. Esto mismo ocurrió conmigo, cuando me vio de pié frente al bar con mi familia y no se identificó entre las mesas del bar, se había dado cuenta de que mis intensiones era nobles y sinceras.

Ya me parecía que tanta gente tan vestida un sábado a la tarde en un bar era raro, pero mi mujer fue tajante: "todos vienen de levante", en especial porque se trata de un paso especial para los turistas. Y agregó: "otra mujer te habría hecho un escándalo" por andar de levante, supongo. Lo creo.

Hace algunos pocos años atrás, digamos tal vez 5 años, buscar novia requería tomar coraje y dirigirle palabras a una dama cara a cara, realizando el típico cortejo del varón, siempre previsible pero necesario. Nuevos códigos han surgido al rededor del uso masivo del teléfono móvil que hacen que las personas ya no se encuentren cara a cara sino que a distancia se examinen como objetos en una vidriera. Una aparato tan útil como el teléfono celular está destinado a mantenernos mas y mejor comunicados, pero a la vez contribulle a un mayor aislamiento y despersonalización de las relaciones humanas. Alienación y aislamiento, el ser humano pierde su corporeidad y se vuelve para los demás una secuencia de números que identifican una línea de teléfono celular móvil.